Entre
los pastos tirada como una prenda perdida y en el silencio escondida como caricia
robada, completamente rodeada por el cardo y la flechilla que como larga
golilla van bajando a la ladera está una triste tapera descansando en la
cuchilla.
Alli,
en ese suelo fué donde mi rancho se alzaba, donde contento jugaba, donde a
vivir empecé, donde cantando ensillé mil veces al pingo mio, en esas horas de
frío en que la mañana llora, cuando se moja la aurora com el vapor del rocío.
Donde
mi vida pasaba entre goces verdaderos, donde en los años primeros satisfecho
retozaba, donde el ombú conversaba con la calandria cantora, donde noche
seductora cuidó el sueño de mi cuna, con un beso de la luna sobre el techo de
totora.
Donde
resurgen valientes, mezcladas con los terrones, las rosadas ilusiones de mis horas
inocentes, donde delirios sonrientes brotar a millares ví, donde palpitar
sentí, llenas de afecto profundo, cosas chicas para el mundo pero grandes para
mí.
Donde
el aire perfumado está de risas escrito, y donde en cada pastito hay un
recuerdo clavado: tapera que mi pasado con colores de amapola entusiasmada
enarbola, y que siempre que la miro dejo sobre ella un suspiro para que no esté
tan sola.
Elías Regules
La cascada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario